sábado, 16 de mayo de 2015

El viaje.



      Mientras preparaba la maleta para el próximo viaje de su marido pensó cuánto tiempo más podría seguir soportando aquella mentira. Como cada final de mes, de jueves a domingo, viajaba a Madrid por trabajo. Esa era la versión oficial. Ella sabía que no se trataba de trabajo. Siempre el mismo hotel y la misma habitación, siempre la misma mujer. Pero el domingo volvía a casa. Siempre con un regalo comprado en el aeropuerto a última hora, un beso fugaz y una sonrisa. 
      Prefería conservarlo así, envuelto en mentiras, que quedarse sin él, mascullando entre lágrimas su desamor y su cobardía.

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