viernes, 3 de abril de 2015

Remordimientos.


      El miedo le recorría el cuerpo. Un sudor frío bajaba por su frente y sentía que las manos y los pies continuaban paralizados. En algún momento, durante la huida, su cerebro había desconectado dejándola tirada a merced de aquel engendro que pretendía alcanzarla. Como una sombra silenciosa se había abalanzado sobre ella cuando alcanzaba el último tramo de las escaleras. Pensó que iba a tropezar y caer rodando hasta el portal. Cerró los ojos y apretó los dientes instintivamente esperando el brutal encuentro de sus huesos contra el suelo.... 
     Como otras veces ahí acabó todo. Se revolvió en la cama y de un manotazo se deshizo de las sábanas  húmedas y calientes.  Suspiró temblorosa y abrió los ojos despacio. Nunca sabía en qué momento  iba a conseguir despertarse de esa pesadilla. Él había muerto hacía dos meses. Desde entonces, cada vez que intentaba conciliar el sueño, la visitaba sin falta. Agotada y sin fuerzas se preguntaba cuánto iba a durar esta angustia que la dejaba al borde del abismo, envuelta en un terror que le atenazaba el alma y le paralizaba el cuerpo. Le taladraba la conciencia el pánico a volver a cerrar los ojos y encontrarlo allí adentro, mirándola con esa mezcla de rabia y de dolor.
   Como la miró aquella última tarde, cuando en un momento de inoportuna lucidez, finalmente se dio cuenta de que había sido ella quien lo había envenenado.

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