martes, 28 de abril de 2015

Ensoñación.



No pudo quedarse dormida hasta bien entrada la madrugada. Su olor se había quedado por todos lados, impregnando las sábanas, sus manos, su pelo. Cada vez que se movía inquieta en la cama lo volvía a percibir. Aún le parecía sentir el último beso. Sus labios seguían allí, ardiendo sobre su piel. En sus sueños todo continuaba tal y como él lo había dejado. Por primera vez reparó en que, a pesar del paso del tiempo, nada había cambiado. Lo que sentía por aquel hombre en lugar de languidecer se había mantenido vivo. Simplemente había estado hibernando dentro de alguno de aquellos compartimentos en los que había dividido su alma.Y ahora, después de aquel largo y crudo invierno, volvía a volar libre y feliz como las mariposas al sol.
El ruido de una llave en la cerradura la devolvió al mundo real. Le anunciaba su regreso. Abrió los ojos mientras una sonrisa se asomaba a su rostro.

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