miércoles, 8 de abril de 2015

Para mis memorias.


     Siempre fui una mujer feliz y sencilla, amante de la familia y de los que, aún sin serlo, merecieron ese amor. Así me gustaría que me recordaran. Los libros fueron mis grandes compañeros de viaje, la música puso banda sonora a mis penas y alegrías, potenciando éstas, aliviando aquéllas. Y mientras, la Luna sirvió de testigo mudo de mis logros y de mis osadías. Tal vez puedan parecer demasiadas cosas para un cuerpo tan menudo y, sin embargo, puedo asegurarles que a mi mente, ávida de conocimientos y a mi corazón, tan deseoso de latir, les parecían pocas.
     Como epitafio puede que sea algo largo, como resumen de toda una vida es, sin duda, muy poco. Es mejor decir que amé cuánto y cómo quise, que viví lo mejor que pude y que traté de que todo ello, amor y vida, se reflejaran en mis actos. 
     Si hasta aquí he logrado interesarte prometo no defraudarte con lo que siga. Tú, lector o lectora, sólo has de pasar esta página y ojalá disfrutes del relato de mi vida tanto como lo hice yo viviéndola.

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