sábado, 18 de abril de 2015

La ladrona.

      


      El antiguo faro seguía en pie desafiando al paso del tiempo. Se bajó del coche y recorrió el sendero, junto a los acantilados, que conducía a la entrada. Allí la besó por primera vez pero cuando volvía a ese lugar solo la imaginaba alejándose. Llevaba con ella un maletín cargado de billetes. 
     Mientras él dormía bajo los efectos de la tortilla de Valiums que le preparó para cenar la última noche, había saqueado la caja fuerte y lo había dejado en la ruina. Por suerte, lo único que echaba de menos desde entonces era el latir de su propio corazón. 

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