María era la secretaria ideal. Trabajaba en el estudio de ingeniería
con más clientes y proyectos repartidos por la ciudad, en plena
vorágine del "boom inmobiliario". Su eficacia y su buen
hacer habían conquistado no solo a sus jefes, sino a todo el
equipo de Benítez y Asociados. Aprendió con mucho esfuerzo y algún
que otro tropiezo, a desenvolverse con naturalidad en un mundo de
hombres, pero en el que fue haciéndose su hueco hasta volverse
casi imprescindible. Su sonrisa y su carácter dulce tuvieron mucho
que ver en ello.
Por esa época María preparaba su boda por todo lo alto y "
como Dios manda ", con su novio de siempre. Después de tantos
años juntos era lo que tocaba, sin embargo no había en ella ningún
tipo de ilusión. Solo se dejaba llevar por la inercia de lo que
debía ser y todos esperaban. Y entonces llegó él.
Marcos trabajaba aún en el proyecto de fin de carrera y sus
brillantes ideas le habían abierto las puertas del estudio. Desde
que la vió el primer día, rodeada de papeles, no había podido
sacarla de su cabeza. La presentía como una mujer fuerte y a la vez
frágil, la deseaba, la quiso para él desde la primera mirada. Ella
sentía lo mismo aunque se negó a reconocerlo. Por eso, intentaba
evitar su presencia, la malicia de sus ojos, sus palabras cálidas.
Hasta que aquella tarde que les dejaron solos se rindió, agotadas ya
sus fuerzas, a la evidencia del temblor de su cuerpo y a la pasión,
casi adolescente, que la superaba. Nunca antes su risa había sonado
de aquella forma, nunca se había sentido tan viva, tan especial y al
mismo tiempo tan insegura y temerosa.
El remordimiento, la vergüenza y el insomnio aparecieron y camparon a sus anchas. La visitaban los fantasmas de su
infancia, llena de los sermones puritanos de las misas del colegio
cada primer viernes de mes. No había respuesta para ninguna de las
preguntas con las que la atormentaban.
Una semana bastó para tomar la decisión y darlo todo por terminado.
Marcos intentó hacerla recapacitar pero ella se mostró inflexible.
Las dudas, la angustia y la cobardía pudieron más que aquel deseo
que apenas dejó brotar. Desde ese momento empezaron a evitarse e intentaron olvidar.
Después de la boda dejó el estudio. A su marido le disgustaba tanta
presencia masculina alrededor de su recién estrenada mujercita.
No volvió a saber de Marcos pero, más a menudo de lo que muchas
veces quiso, la invadía el calor de su recuerdo. Vivió por años
ocultando a todos la verdad de su vida y la de su corazón.
Hoy, a la
puerta de la sala tercera del juzgado de violencia de género,
espera a su abogado y sigue recordando a quien, sin él saberlo, le
dio la fuerza en los peores momentos, a quien pudo ser el amor de su
vida y no fue, a quien pudo regalarle una existencia no tan cruel
...Y en la antesala de otro final tan necesario como aquel con el que
años atrás zanjó de golpe su felicidad, María desea con más
fuerza que nunca, poder dar marcha atrás al reloj y desandar el
camino . Sabe que no es posible pero también sabe que saldrá adelante. Le
bastan su ilusión y sus ganas de vivir sin miedo. Sola, pero esta
vez sí, como Dios manda.