sábado, 6 de junio de 2015

Caridad cristiana.



-"Yo puedo, tu puedes, él puede, nosotros podemos, ...
-...es suficiente! " la interrumpió Sor Piedad con su malhumor habitual. 
Maite González, en silencio y con la cabeza gacha, soportaba su altanería y sus desplantes diarios. Las que, como Maite, no teníamos posibles ni categoría para pertenecer al grupo de primera fila, solo estábamos allí por "caridad  cristiana" sentenciaba. Nos llamaban pobretonas. Pero no nos importaba...Convertimos su desprecio en fuerza: ¡ Por fin habíamos aprendido a leer!  
Cada noche, a la luz de las velas, los libros, tan inaccesibles antes, ahora nos regalaban la alegría que  durante el día ellas nos negaban.

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