martes, 28 de abril de 2015

Ensoñación.



No pudo quedarse dormida hasta bien entrada la madrugada. Su olor se había quedado por todos lados, impregnando las sábanas, sus manos, su pelo. Cada vez que se movía inquieta en la cama lo volvía a percibir. Aún le parecía sentir el último beso. Sus labios seguían allí, ardiendo sobre su piel. En sus sueños todo continuaba tal y como él lo había dejado. Por primera vez reparó en que, a pesar del paso del tiempo, nada había cambiado. Lo que sentía por aquel hombre en lugar de languidecer se había mantenido vivo. Simplemente había estado hibernando dentro de alguno de aquellos compartimentos en los que había dividido su alma.Y ahora, después de aquel largo y crudo invierno, volvía a volar libre y feliz como las mariposas al sol.
El ruido de una llave en la cerradura la devolvió al mundo real. Le anunciaba su regreso. Abrió los ojos mientras una sonrisa se asomaba a su rostro.

viernes, 24 de abril de 2015

Retrato de una mentira.

 
    
     Se miró al espejo. Había sido un día duro. Estaba agotada. Las oscuras ojeras que asomaban a su rostro delataban la frenética actividad de las últimas semanas. Toda aquella vorágine empezaba a pasarle factura. 
      La imagen que le mostraba el espejo se alejaba cada vez más de la suya propia. Ya no reconocía a la mujer brillante y segura de sí misma que , no hace tanto tiempo, pudo ser. Mucho menos aún vislumbraba a la mujer de mirada limpia y franca y de risa fácil que, en algún momento, habitó en ella.  Ahora solo era una más. Reía únicamente ante las cámaras y, si su asesor se lo indicaba, miraba a los ojos, a la boca o alternaba dependiendo de su interlocutor.
       La otra mujer había quedado olvidada entre las poses teatrales que interpretaba cada día. La habían engullido los charlatanes de los que se rodeaba. Para el Partido ya no era necesaria. Y ella nada podía hacer por recuperarla. 
     Se metió en la ducha dejando que el agua caliente se llevara además del cansancio, las vergüenzas y las añoranzas .
     Mañana se enfrentaría al candidato que constituía su mayor rival. Todo estaba pactado de antemano: los trapos sucios del aspirante se sacarían en el momento justo. Èl perdería su honra pero, a cambio, sacaría una buena tajada. Se esperaba que el debate lograra la mayor cuota de audiencia de toda la campaña electoral. Gran parte de los medios de comunicación estarían pendientes de ella. Tenía que ensayar su discurso y su mejor sonrisa. Sería el acto final de aquella gran mentira. Y después la esperaba el poder.
    Apagó los rescoldos de aquello que alguna vez fue la conciencia de la otra. Sin embargo, sabía que cuando bajara el telón, el espejo implacable, seguiría esperándola.

domingo, 19 de abril de 2015

Suerte.

      


      Apenas amanecía. Le despertó la claridad que se colaba por las rendijas de la persiana del dormitorio. Con los ojos todavía cerrados tanteó la mesilla de noche buscando el teléfono móvil. Mientras los abría lo encendió y accedió a la pantalla de los mensajes. Nada.
    Con su parsimonia habitual se levantó y fue hasta el despacho. Se acercó a la mesa del ordenador y lo encendió. Abrió el correo. Nada.
    No podía ser que se hubiera marchado sin decir ni una sola palabra, sin dejar ningún rastro.
    En la comisaría de policía le habían dicho que debían esperar 48 horas para darla por desaparecida. Dentro de dos largas e interminables horas se cumpliría ese plazo. Tenía que mantenerse ocupado.
   Pensó que después de ir a comprar una cerradura nueva aún tendría tiempo para cambiarla. Estaba contento, hoy sería su día de suerte.
     

sábado, 18 de abril de 2015

La ladrona.

      


      El antiguo faro seguía en pie desafiando al paso del tiempo. Se bajó del coche y recorrió el sendero, junto a los acantilados, que conducía a la entrada. Allí la besó por primera vez pero cuando volvía a ese lugar solo la imaginaba alejándose. Llevaba con ella un maletín cargado de billetes. 
     Mientras él dormía bajo los efectos de la tortilla de Valiums que le preparó para cenar la última noche, había saqueado la caja fuerte y lo había dejado en la ruina. Por suerte, lo único que echaba de menos desde entonces era el latir de su propio corazón. 

lunes, 13 de abril de 2015

La llamada.

     
     

     Se llamaba Alba. Sus facciones aniñadas y la delgadez de su cuerpo no la hacían aparentar sus casi cuarenta años. Solo faltaba una semana para su cumpleaños pero esta vez no habría nada que celebrar.
     Trabajaba como inspectora de policía hacía ya algún tiempo. La falta de sueño de estos últimos días se hacía notar. Y esta vez no era culpa del trabajo, sino de sus recuerdos y sus pensamientos.
Hoy, después de salir de la Central había hecho su turno en el hospital. Todo había sido tan rápido... No quería irse a casa, casi la habían obligado a marcharse de allí.
      Se sentía triste y enfadada con aquel mundo tan injusto en que le había tocado vivir. Agotada se metió en la cama. Deseaba cerrar los ojos y no pensar en nada ni en nadie. Con este deseo se dejó envolver por un grato duermevela. Tampoco habría suerte esta noche. Unos minutos después el teléfono móvil sonaba escandaloso en el silencio de la alcoba. Su primer impulso fue apagarlo directamente pero sabía que no podía permitírselo. Esta noche no. Al otro lado del auricular su madre, entre sollozos, balbuceaba que estaban intentando localizar al médico, le desconectarían en cuestión de horas. Su tiempo había acabado.  Alba solo consiguió articular un "...voy..." casi inaudible y colgó.
      Su padre siempre fue un hombre fuerte, pero en esta lucha en la que llevaba tan solo dos meses esa fuerza de poco le había servido. Ahora la lucha llegaba a su fin.
      Mientras se vestía apresuradamente, por su cabeza pasaron, del mismo modo, los recuerdos de su infancia, las tardes de columpios y juegos, las broncas por llegar tarde en sus primeras salidas adolescentes, su cara de orgullo el día de su nombramiento y sus abrazos, aquellos abrazos de oso, que la consolaron y la confortaron tantas veces. Cómo le gustaría ahora volver a vivir todos aquellos momentos... Pero sabía que tenía que ser fuerte, porque lo había prometido y él le había enseñado a cumplir siempre las promesas. Nunca se había sentido tan sola.
      Cerró la puerta y dejó tras de sí todas las lágrimas.   

domingo, 12 de abril de 2015

La decisión.

    
    María era la secretaria ideal. Trabajaba en el estudio de ingeniería con más clientes y proyectos repartidos por la ciudad, en plena vorágine del "boom inmobiliario". Su eficacia y su buen hacer habían conquistado no solo a sus jefes, sino a todo el equipo de Benítez y Asociados. Aprendió con mucho esfuerzo y algún que otro tropiezo, a desenvolverse con naturalidad en un mundo de hombres, pero en el que fue haciéndose su hueco hasta volverse casi imprescindible. Su sonrisa y su carácter dulce tuvieron mucho que ver en ello.
    Por esa época  María preparaba su boda por todo lo alto y " como Dios manda ", con su novio de siempre. Después de tantos años juntos era lo que tocaba, sin embargo no había en ella ningún tipo de ilusión. Solo se dejaba llevar por la inercia de lo que debía ser y todos esperaban. Y entonces llegó él.
   Marcos trabajaba aún en el proyecto de fin de carrera y sus brillantes ideas le habían abierto las puertas del estudio. Desde que la vió el primer día, rodeada de papeles, no había podido sacarla de su cabeza. La presentía como una mujer fuerte y a la vez frágil, la deseaba, la quiso para él desde la primera mirada. Ella sentía lo mismo aunque se negó a reconocerlo. Por eso, intentaba evitar su presencia, la malicia de sus ojos, sus palabras cálidas. Hasta que aquella tarde que les dejaron solos se rindió, agotadas ya sus fuerzas, a la evidencia del temblor de su cuerpo y a la pasión, casi adolescente, que la superaba. Nunca antes su risa había sonado de aquella forma, nunca se había sentido tan viva, tan especial y al mismo tiempo tan insegura y temerosa.
    El remordimiento, la vergüenza y el insomnio aparecieron y camparon a sus anchas. La visitaban los fantasmas de su infancia, llena de los sermones puritanos de las misas del colegio cada primer viernes de mes. No había respuesta para ninguna de las preguntas con las que la atormentaban.
    Una semana bastó para tomar la decisión y darlo todo por terminado. Marcos intentó hacerla recapacitar pero ella se mostró inflexible. Las dudas, la angustia y la cobardía pudieron más que aquel deseo que apenas dejó brotar. Desde ese momento empezaron a evitarse e intentaron olvidar.
     Después de la boda dejó el estudio. A su marido le disgustaba tanta presencia masculina alrededor de su recién estrenada mujercita.
     No volvió a saber de Marcos pero, más a menudo de lo que muchas veces quiso, la invadía el calor de su recuerdo. Vivió por años ocultando a todos la verdad de su vida y la de su corazón. 
    Hoy, a la puerta de la sala tercera del juzgado de violencia de género, espera a su abogado y sigue recordando a quien, sin él saberlo, le dio la fuerza en los peores momentos, a quien pudo ser el amor de su vida y no fue, a quien pudo regalarle una existencia no tan cruel ...Y en la antesala de otro final tan necesario como aquel con el que años atrás zanjó de golpe su felicidad, María desea con más fuerza que nunca, poder dar marcha atrás al reloj y desandar el camino . Sabe que no es posible pero también  sabe que saldrá adelante. Le bastan su ilusión y sus ganas de vivir sin miedo. Sola, pero esta vez sí, como Dios manda.

miércoles, 8 de abril de 2015

Para mis memorias.


     Siempre fui una mujer feliz y sencilla, amante de la familia y de los que, aún sin serlo, merecieron ese amor. Así me gustaría que me recordaran. Los libros fueron mis grandes compañeros de viaje, la música puso banda sonora a mis penas y alegrías, potenciando éstas, aliviando aquéllas. Y mientras, la Luna sirvió de testigo mudo de mis logros y de mis osadías. Tal vez puedan parecer demasiadas cosas para un cuerpo tan menudo y, sin embargo, puedo asegurarles que a mi mente, ávida de conocimientos y a mi corazón, tan deseoso de latir, les parecían pocas.
     Como epitafio puede que sea algo largo, como resumen de toda una vida es, sin duda, muy poco. Es mejor decir que amé cuánto y cómo quise, que viví lo mejor que pude y que traté de que todo ello, amor y vida, se reflejaran en mis actos. 
     Si hasta aquí he logrado interesarte prometo no defraudarte con lo que siga. Tú, lector o lectora, sólo has de pasar esta página y ojalá disfrutes del relato de mi vida tanto como lo hice yo viviéndola.

domingo, 5 de abril de 2015

Cambio alergia por amor.



        Abrió el horno y sacó la bandeja cuidadosamente. Las miró y comprobó que tenían el tamaño justo, la forma perfecta. Los trocitos de chocolate negro apenas se insinuaban en la superficie. Así era como a él le gustaban. El olor dulzón de las galletas perfumaba toda la casa. En cuanto abriera la puerta se daría cuenta. Sonreía imaginando su llegada. Agradecido la abrazaría y le besaría las sabias manos que las habían amasado para él. Y después le hablaría dulcemente del sabor, de la textura... Ella nunca las había probado, sin embargo las disfrutaría en su piel y sus golosas palabras. Ni en el más placentero de sus sueños imaginó que la alergia al chocolate que sufría desde niña la llevaría, a estas alturas de su vida, a disfrutar tanto.

viernes, 3 de abril de 2015

Remordimientos.


      El miedo le recorría el cuerpo. Un sudor frío bajaba por su frente y sentía que las manos y los pies continuaban paralizados. En algún momento, durante la huida, su cerebro había desconectado dejándola tirada a merced de aquel engendro que pretendía alcanzarla. Como una sombra silenciosa se había abalanzado sobre ella cuando alcanzaba el último tramo de las escaleras. Pensó que iba a tropezar y caer rodando hasta el portal. Cerró los ojos y apretó los dientes instintivamente esperando el brutal encuentro de sus huesos contra el suelo.... 
     Como otras veces ahí acabó todo. Se revolvió en la cama y de un manotazo se deshizo de las sábanas  húmedas y calientes.  Suspiró temblorosa y abrió los ojos despacio. Nunca sabía en qué momento  iba a conseguir despertarse de esa pesadilla. Él había muerto hacía dos meses. Desde entonces, cada vez que intentaba conciliar el sueño, la visitaba sin falta. Agotada y sin fuerzas se preguntaba cuánto iba a durar esta angustia que la dejaba al borde del abismo, envuelta en un terror que le atenazaba el alma y le paralizaba el cuerpo. Le taladraba la conciencia el pánico a volver a cerrar los ojos y encontrarlo allí adentro, mirándola con esa mezcla de rabia y de dolor.
   Como la miró aquella última tarde, cuando en un momento de inoportuna lucidez, finalmente se dio cuenta de que había sido ella quien lo había envenenado.

jueves, 2 de abril de 2015

Desesperos.



     
          Los días cambian de color cuando tú no estás cerca. Se vuelven grises y  fríos. Cada minuto que  pasa se hace más lento que el anterior. El tiempo, siempre cruel, me pone a prueba una, otra y otra vez,  En mí descubro una fortaleza que creí no tener. Parece que no quiere llegar la primavera. Mientras, en  mi cabeza resuena aquello  que  me  repites continuamente  y que debo creer sin  preguntar cuándo: confía amor, lo mejor está aún por llegar.

miércoles, 1 de abril de 2015

No te vayas.

     

       
         Cada vez que se veían le escribía un pequeño poema y se lo metía a escondidas en el bolsillo de la chaqueta, donde llevaba las llaves del coche. El lo encontraba cuando llegaba a la calle. La última tarde sólo pudo escribirle "Vuelve cuando sepas como se escribe un suspiro".

Gente gris.




Pasan cada día ante mis ojos.
Los veo caminar sin norte

sin energía
sin vida.
De otros seres han aprendido a respirar
a ver el tiempo pasar
desde el escaparate de la mediocridad.
Gente gris
que se mueve casi sin rozar el suelo
la que habla desde el silencio
de un alma cuerda
inerte y fría, 
que no deja cicatrices, huellas ni olvido.
Que me llamen loca quiero
que me erice la piel el sentimiento
que me remueva el viento
que la luvia me empape y las lágrimas me rompan.
Cualquier cosa antes de 
convertirme
en fantasma de mi propia vida
de someterme a vivirla como ellos
que ya están entre los muertos
aún sin saberlo.